El rebozo, un escudo espiritual

El rebozo, un escudo espiritual

El rebozo, aún en la actualidad, es considerado una prenda tradicional de la mujer mexicana. El origen y el uso de esta prenda ha sido situado desde la época de las cavernas, debido a que desde el inicio de los tiempos los seres humanos han tenido la necesidad de buscar protección del medio ambiente que los rodea. Inclusive, en 1572 fray Diego Dúran, en una de sus obras, dice que las mujeres mestizas usaban telas para cubrirse antes de entrar a la iglesia.

El rebozo, tal cual lo conocemos, no tiene un solo creador. Esta prenda ha ido modificándose a lo largo del tiempo, sin embargo, este accesorio es más que una simple prenda funcional. Para la cultura mexicana ha sido una forma de reflejar la expresión de las mujeres. 

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El rebozo tiene al menos 500 años de uso

Durante el mestizaje fue que la mujer mexicana, mediante el rebozo, encontró su identidad social y cultural. No obstante, incluso antes de llegar los españoles a territorios americanos, existían códigos de vestimenta atados a la cultura prehispánica. En la época colonial surgió el rebozo como una prenda distintiva, resultado de la necesidad de identidad de casta. Su evolución y forma pudo haberse visto influenciada por la mantilla española y el mantón de Manila. 

En 1855, la palabra rebozo ya aparecía en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua bajo la siguiente definición: “(…) mantilla que usan las mujeres para cubrirse el bozo”. Y durante la Revolución, esta prenda se convirtió en un aspecto simbólico de las mujeres mexicanas.   

¿Cómo se hace un rebozo?

Cuando pensamos en un rebozo nos imaginamos una estructura rectangular tejida de hilos teñidos de algodón o seda que cuenta con extremos de flecos o puntas trenzadas. Esta es la imagen tradicional de los rebozos que tienen como lugares de origen estados como Guadalajara, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, entre otros. 

En un principio estas prendas solo se tejían con algodón, sin embargo, con el tiempo se comenzó a implementar el uso de la lana y la seda. Las mujeres indígenas acostumbraban hilar con uso o con malacate las fibras que empleaban para tejer. Por lo general la elaboración de estas prendas es un trabajo familiar al que solían dedicarse solo las mujeres.

Para elaborar una pieza primero se tiene que devanar el hilo y colocarse en los cañones solo la cantidad necesaria para cada rebozo. Posteriormente se procede a la urdimbre donde también se determina la medida del lienzo. Una vez urdido el lienzo se traslada a un bastidor, donde el hilo se separa del jaspe para poder hacer los distintos diseños. A continuación, se tuercen los cordones y se les pone atole de masa para que estos endurezcan y faciliten el amarre.

Posteriormente el hilo se tiñe y se deja reposar para proceder con el tejido que, dependiendo del diseño, llega a durar por lo menos 20 días. 

La cosmovisión detrás de esta prenda

Como mencione antes, el rebozo tejido no es solo un accesorio, este ha tenido diferentes usos a lo largo del tiempo. Para algunas mujeres ha servido para cargar a sus hijos, para otras funciona para transportar alimentos, igualmente ha servido para brindar protección espiritual a sus portadores. Esto último debido a que los textiles han tenido un papel importante dentro del trabajo curandero y de las ceremonias, igualmente teniendo como principal escenario los ritos funerarios y las fiestas colectivas.

 De manera específica, el mundo del textil ha estado ligado con la crianza, la feminidad y la distribución de roles dentro de las comunidades originarias. La riqueza textil en México es muy grande y fue resultado del choque cultural proveniente de un nuevo sistema de mestizaje que se dio por la conquista. 

El rebozo, hoy 

A pesar de la situación actual que vive el rebozo en México, hemos sido testigos de cómo este elemento ha sabido adaptarse a las nuevas demandas, sin sacrificar su gran atractivo. Lo anterior lo han conseguido utilizando nuevas opciones de telas que permitan disminuir costos y mantener esta tradición viva. 

Evidentemente el trabajo hecho a mano no puede competir directamente con las grandes empresas textiles, no obstante, esto no significa que la tradición esté completamente destinada al fracaso, pues al surgir modas que reivindican el trabajo artesanal se propicia que se siga aprendiendo este oficio, y en consecuencia, que siga existiendo. 

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Por Elena Rendón 

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Elena Rendón

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